Entre sombras y luz, el mundo despierta,
la noche se desvanece, lenta y cierta,
mientras el alba, con dedos de rosa,
acaricia el cielo, suave y hermosa.
Las estrellas se apagan, una a una,
cediendo su reino a un nuevo día,
se despide en silencio la blanca luna,
mientras el sol asoma con alegría.
El rocío brilla como mil diamantes,
sobre hojas y pétalos expectantes,
la brisa susurra una nueva canción,
trayendo promesas al corazón.
Los pájaros entonan su melodía,
saludando al día que recién nacía,
y en cada nota, en cada trino,
se anuncia un futuro cristalino.
Con cada amanecer llega la esperanza,
renovando fuerzas, inspirando confianza,
pues cada alba es un nuevo comienzo,
una oportunidad, un fresco lienzo.
En este tránsito de oscuridad a luz,
el alma se llena de nueva virtud,
recordándonos que tras cada noche oscura,
siempre hay un amanecer que perdura.