El Vuelo del Alba
Tus ojos, claros faros del sendero,
luces danzantes en mi noche incierta,
que abren caminos con su ardor sincero
y en su fulgor la sombra queda muerta.
¡Ay! cuando en brisas de auroras sutiles
se enredan sueños de soles y espumas,
donde el deseo, en giros tan febriles,
teje en la piel sinfonías y brumas.
Y allí, donde en caricias suspendidas
despierta el alba con su ardor divino,
se alzan los cuerpos como flor erguida,
ebrios del pulso de un fuego genuino.
En labios de mar donde el alma reposa,
se funden las sombras en nuestro reflejo,
y en olas de versos, cadencia de espuma,
somos un mismo latido y un mismo espejo.
