Escribo con la furia de la llama,
persigo luz en ráfagas de viento,
el trueno de las musas me reclama,
un eco de su voz es mi argumento.
Un rayo de palabras se derrama,
se quiebra la tormenta en un momento,
del alba la tormenta se desarma,
y un verso nace en libre movimiento.
Mas cómo atraparé su luz dorada,
si el arte es tan fugaz como el relámpago,
si en sombras se disuelve su mirada.
La pluma se estremece en cada trazo,
mas deja su fulgor en la alborada,
y el trueno vive eterno en su retazo.