En el corazón una guerra encarnizada,
latidos de batalla, no de amor,
la paz es anhelada, no alcanzada,
en la mente, un campo de honor.
El alma, un soldado sin descanso,
en la lucha constante está,
contra el dolor y la desesperanza,
cada día, una nueva batalla da.
Pero en la oscuridad de la trinchera,
una luz de esperanza brilla,
la promesa de un mañana mejor,
la fuerza para seguir, renueva.
Viviendo con una guerra en el corazón,
cada herida, una lección es,
aprendiendo a sanar, a perdonar,
con amor propio, se cura la tristeza.
En el campo de batalla del alma,
la paz se puede lograr,
con valor y determinación,
se puede vencer, y triunfar.