Bajo el cielo estrellado de antaño,
aún resuena la vieja canción,
aquella que cantamos, mi amor,
cuando el tiempo era nuestro aliado.
En las calles de piedra gastada,
nuestros pasos dejaron su huella,
y en la plaza, al son de una estrella,
bailamos hasta el alba dorada.
El perfume de rosas marchitas,
aún perdura en cartas olvidadas,
y en el piano de notas quebradas,
suenan ecos de tardes benditas.
Aunque el tiempo nos lleve distantes,
y los años nos pinten de plata,
en mi pecho tu amor se desata,
con la fuerza de amores constantes.
Esta tonada del viejo amor,
que mi alma canta en silencio,
es recuerdo, es dolor, es ausencia,
pero también es fuego y calor.