Soneto invernal
Bajo el hielo eterno que al mundo asola y calla,
los vientos susurran secretos del glaciar;
un reino de plata que el frío quiere tallar,
y un sol que apenas roza la gélida muralla.
Los lobos aúllan en la penumbra azulada,
su canto es un eco que el silencio recoge,
la nieve, testigo del paso que se enroje,
guarda el rastro efímero de una luz helada.
Auroras danzan libres sobre el cielo glacial,
un lienzo estrellado que el cosmos ilumina,
y el tiempo parece que en su abrazo camina.
Entre las montañas de un desierto boreal,
la soledad canta su cántico polar,
y el hielo eterno brilla, inmenso y ancestral.
