El peso de las palabras
Se alzó la voz, inabarcable,
como un puente suspendido en la espera.
No hubo elección, solo el instinto
de sellar con labios
lo que el lenguaje no podía sostener.
Me hablaron de un hombre en fuga,
un espectro atado a su sombra de lluvia,
pero el sol – cruel y nítido –
barrió toda magia,
convirtiendo el prodigio en una duda.
Cada alba, el poeta, incansable,
rescata palabras del naufragio,
les limpia el exceso de mundo
y las deja al viento,
para que canten su propia tristeza.
Pero los dioses son ávidos de escasez,
y en su juego impiadoso
nos arrebatan los sueños que duelen menos,
dejándonos siempre
con los que pesan más.
