Soneto del vals enamorado
Bailamos al compás de un sueño eterno,
envueltos por la noche que nos guarda,
y el viento, suave, como quien no tarda,
susurra amor en su murmullo interno.
Tus manos recorriendo mi sendero,
dibujan la esperanza en cada paso,
y el tiempo, al vernos, cede su abrazo,
pues somos luz en este vals sincero.
Las estrellas vigilan nuestro andar,
la luna nos envuelve en su latido,
y el alma, en calma, aprende a respirar.
Así seguimos, sin final querido,
como dos almas que, al ritmo del mar,
danzan un vals que nunca se ha perdido.
