La noche se quiebra con luz moribunda,
el alba despierta en un sueño herido,
y el viento arrastra un lamento dormido
que entre sombras frías su voz se inunda.
Los campos aguardan la luz fecunda,
pero el día llega lento y perdido,
como un recuerdo que nunca ha venido,
como una flor que en la pena se funda.
El cielo, cansado, bosteza en ceniza,
y el sol, perezoso, apenas asoma,
dejando en silencio lo que no avisa.
Todo lo que nace ya se desploma,
y el alba, rota, en penumbra agoniza,
mientras la tierra su llanto retoma.