Brillan los días con luz encendida,
la luna canta versos de esperanza,
en cada rayo el alma se afianza,
tejemos juntos la senda de vida.
Mi voz en su eco jamás se olvida,
latido y sombra, susurro y balanza,
abrazo eterno que el tiempo no alcanza,
pues todo queda en su huella fundida.
No hay despedida, no hay fin, solo sueños,
huellas que besan la brisa y el mar,
como la estrella que brilla en empeños.
Queda en la sangre su dulce lugar,
y en cada verso que forjan mis dueños,
se alza la vida sin nunca cesar.