Se desvaneció la certeza,
la esperanza se tornó en nada;
el alma, sumida en tristeza,
buscando un sendero, olvidada.
El tiempo pasó, lento y cruel,
dejando huellas de un pasado;
los sueños, como olas en bajel,
se estrellaron muertos, olvidados.
Las promesas, solo palabras al viento,
se llevaron la luz de mi aurora;
la fe, un barco a la deriva en el siento,
sin rumbo fijo ni vela entradora.
Quedan solo recuerdos amargos,
como cenizas de un fuego extinto;
la vida, un camino de tragos amargos,
donde el dolor me ha dejado exento.