Gracias al sol que abraza cada día,
y a su calor que nos trae vida nueva;
gracias al río que con su melodía
recorre el tiempo, y se renueva.
A la montaña, altiva y silenciosa,
por enseñarnos la fuerza en la calma,
y al mar inmenso, que en su azul reposa,
guardando en cada ola un pedazo de alma.
Gracias al viento, mensajero errante,
que trae aromas de lugares lejanos,
y a la luna, serena y brillante,
cómplice eterna de los sueños humanos.
A los bosques, guardianes de secretos,
y al desierto que enseña con su aridez;
gracias a las flores, colores discretos,
y a la lluvia que borra toda altivez.
Por cada estrella en la noche encendida,
por cada pájaro que el alba anuncia,
doy gracias siempre, por esta vida
por la oración de fe que se pronuncia .