Seré la brisa que no se detiene,
nómada en los pliegues del alba,
dibujo de sombra sobre la piedra,
nombre olvidado en la lengua del viento.
Un río sin cauce,
una luz en la grieta de un muro,
hoja errante en el torbellino de otoño,
susurro que la noche disuelve.
Seré la sed de la hierba,
la raíz que se aferra a la grieta,
el rumor de un mar sin orillas
donde el horizonte se pliega sobre sí mismo.
Tócame con la mirada,
lléname de sílabas y de ausencia,
de venas abiertas en el azul,
de caminos donde la palabra calla
y solo queda el eco.