Sentado en el andén
Sentado en el andén
veo los trenes llegar,
las personas bajar,
las personas subir...
veo los trenes partir.
Y en cada viaje, en cada ida,
me parece verte entre la multitud,
como si aún fueras parte del vaivén
de esta estación llena de vida y quietud.
Imagino tus pasos ligeros,
tu sonrisa tímida al cruzar,
la forma en que mirabas el horizonte,
como quien sabe que todo es un regresar.
Los trenes se llevan historias,
promesas, despedidas y sueños,
y aunque tú tomaste uno sin retorno,
tu presencia sigue en mis pequeños momentos.
Cada tren que pasa es un recordatorio,
del tiempo que no se detiene jamás,
pero también del amor eterno
que ni la distancia ni la muerte borrarán.
Espero sentado en este andén,
como si un día fueras a volver,
como si la próxima llegada fuera la tuya,
y yo pudiera abrazarte otra vez.
Mientras tanto, el viento trae tu nombre,
lo susurra entre el ruido del vagón.
Y yo sonrío, porque en el fondo sé
que no hay tren que pueda alejarte del corazón.
Primera estrofa del poeta Enrique del Nilo
