Señor, ayúdame en mi Getsemaní
En la sombra densa de mi agonía,
como el huerto donde Tú oraste en soledad,
mis fuerzas se apagan con el día,
y mi alma clama por Tu piedad.
Señor, el peso es más que el camino,
la noche larga y el corazón cansado,
siento el cáliz amargo en mi destino,
y mi espíritu está quebrantado.
¿Dónde hallo paz en esta tormenta?
¿Dónde el consuelo que calme mi ser?
Como Tú, mi alma se lamenta,
“Padre, si es posible, hazme retroceder.”
Pero en medio del dolor persistente,
Tú me susurras: “No temas, aquí estoy.
Yo soy el agua en tu fuente,
y el amor que todo lo envolvió.”
Señor, dame fuerza en esta prueba,
sostén mi fe que tiembla y se enfría.
Tu voluntad sea mi nueva entrega,
tu paz, la luz que me guíe en el día.
Si debo beber de este amargo cáliz,
que sea en Tus brazos donde yo caiga,
porque en mi Getsemaní de hoy y de siempre,
Tu gracia será lo que nunca me falte.
Con cada lágrima que en silencio derramo,
sé que estás cerca, llorando también.
Señor, en mi noche Te llamo,
y en Tu amor confío. Amén y amén.
