A ese amor que me llena de armonía,
le susurro mi canto de alabanza,
pues en él se despliega mi alegría.
Es la luz que en la sombra nunca cansa,
es la brisa que sopla sin medida,
el reflejo sutil de la bonanza.
Por su fuerza renace mi alma herida,
y en su cauce navego sin temores,
hallando en cada paso nueva vida.
Es la llama que inflama mis amores,
la verdad que me eleva sin recelo,
el suspiro que arrulla mis dolores.
Voy sembrando su esencia en mi desvelo,
y en su nombre levanto mi esperanza,
con el alma abrazada por su anhelo.