San Pedro tenía una novia, San Pablo se la quitó: si así fueron los santos.
¿Por qué no he de serlo yo?
En la historia de amores, un eco resuena,
San Pedro sufrió, mientras el amor envenena.
San Pablo, audaz, con su fe lo robó,
en el juego divino, el destino jugó.
Si así fueron los santos, tan humanos al fin,
¿por qué no he de serlo, en este vaivén?
Los corazones laten, en busca de pasión,
cada alma un reflejo, cada amor una canción.
Así que en la vida, con fe y sin temor,
abramos nuestro pecho al dulce clamor.
Si el amor nos elige, con risas y dolor,
seremos como ellos, en su eterno fervor.