Este poema evoca una profunda tristeza y dolor por la ausencia de alguien amado. Cuando la naturaleza se agite y exprese una gran pena, el yo poético saldrá a buscar los rastros de esa persona perdida. Hay una sensación de desesperación y pérdida, como si la naturaleza misma llorara por la partida de alguien.
Los versos transmiten una intensa emoción a través de las personificaciones y la imaginería poética. El monte, las ramas, las hojas y el viento parecen reaccionar con una gran conmoción ante la ausencia de esa persona. El yo poético se dispone a rastrear cada huella y latido del monte, como si quisiera reencontrar a quien se fue.
En general, el poema es una hermosa y desgarradora representación del dolor por la pérdida de alguien amado, con la naturaleza como testigo y reflejo de esa profunda tristeza.