Río que arrastra piedras y sueños,
sangre de monte y susurro de caña,
el tiempo en tus aguas canta y se empaña
con la voz de ancestros que cruzan los ceños.
Eres pulso y furia, corriente y calma,
manto sagrado que al valle sostiene,
en tu fondo el silencio se retiene
como el eco dormido en cada palma.
Río profundo, río que no calla,
lleva en tus aguas la historia antigua,
de pueblos y sombras que el sol abriga,
de gritos y rezos en la muralla.
Ruge y desborda, caudal de vida,
que en tu danza se halle la semilla,
la huella que en tu cauce se orilla,
como en la noche la estrella encendida.