Se ha dormido el viento en los álamos,
entona la tarde su canto de armiño,
y el río, que sueña con lunas de plata,
deshoja suspiros en un remolino.
La brisa navega por campos dorados,
se quiebra la luz en las hojas marchitas,
y el eco lejano de un beso de sombra
se pierde en la bruma de viejas caricias.
Anochece. El mundo se viste de espuma,
el cielo es un manto de pájaros tristes,
y yo, que te busco en la luz de la luna,
me pierdo en la sombra de todo lo que fuiste.