Te quiero a fuego lento,
como se cuecen los antojos en madrugada,
revolviendo tus labios con los míos,
dejando que el deseo suba como espuma.
Eres mi bocado favorito,
con un toque de sal en las miradas
y ese picor travieso
que enciende la lengua y alborota los sentidos.
Mezclamos risas y besos,
una pizca de palabras dulces al oído,
y entre susurros nos volvemos receta perfecta,
listos para ser horneados bajo las sábanas.
Tu piel es miel tibia sobre mi hambre,
tu boca, pan recién salido del horno,
y yo, glotón sin remedio,
dispuesto a comerte de a poco, sin prisa.
Esta noche somos platillo principal,
con un toque de locura y mucho amor casero,
un banquete donde el deseo no caduca
y cada bocado promete el paraíso.
Que no falten brindis de abrazos,
ni postres de caricias al amanecer.
Nos servimos completos, sin medidas ni tiempos,
porque amarte es un festín de placer.