Quietud otoñal
Cuando el viento se aquieta,
y el mundo se tiñe de ocre,
los árboles callan susurros
y el cielo se duerme en su borde.
Las hojas caen despacio,
como un recuerdo olvidado,
como un suspiro que muere
en un rincón sepultado.
Los pasos se vuelven ecos,
en caminos ya desiertos,
y en el aire flota un canto,
de tiempos que fueron ciertos.
Los días se van desnudando,
como ramas al sol de noviembre,
y el frío acaricia la piel
como un susurro que hiere.
Es la quietud otoñal,
es el abrazo del viento,
que me arropa en su paz,
y me envuelve en silencio.
El mundo se apaga despacio,
se despide sin decir nada,
y en el eco de esta estación,
mi alma también se apaga.
