A los grandes poetas del ayer,
que con pluma y tinta nos legaron,
sus versos eternos nos brindaron,
un eco de amor, dolor y placer.
En sus rimas podemos entender,
la esencia de un tiempo ya pasado,
con su arte dejaron plasmado,
un legado de inmensa belleza,
y en cada estrofa, su fiel grandeza,
un faro en la noche iluminado.
Con sonetos de amor y desventura,
cantan a la vida con voz sincera,
en cada palabra una quimera,
reflejo de su alma y su ternura.
Forjaron mundos con su escritura,
donde el sueño y la realidad se encuentran,
sus letras en el corazón se adentran,
eternas como el sol y la luna,
y en cada verso una oportuna,
guía que nuestras vidas sustentan.
De Quevedo a Neruda, su estela,
brilla en el firmamento literario,
cada poeta, un faro solitario,
que ilumina nuestra senda y escuela.
Con su arte, la vida se revela,
en matices de sombra y de luz,
dejando en cada rima su cruz,
un testamento de su existencia,
y en su poesía, la resistencia,
a un mundo que sufre y que es recluso.
Hoy rendimos homenaje sincero,
a los bardos que el tiempo ha bendecido,
con sus versos, el mundo han encendido,
dándonos su legado verdadero.
En sus palabras, el amor entero,
la lucha, el dolor y la esperanza,
siguen vivos, en eterna danza,
guiándonos con su sabiduría,
recordándonos que en la poesía,
hallamos siempre la justa balanza.