¿Es posible el poema entre la guerra,
cuando el suelo se quiebra y arde el cielo,
y el odio, como espada sin consuelo,
siembra ruinas y luto en toda tierra?
Sí, es posible: un canto que se aferra
a la vida, al amor, al limpio anhelo,
que eleva su verdad, su humano vuelo,
y al dolor lo convierte en nueva sierra.
Es consuelo en el caos, es bandera,
es un grito que abraza la esperanza,
es la voz que sostiene lo que espera.
Y aunque el mundo en su abismo no descansa,
el poema, con su luz sincera,
recuerda al ser su fuerza y su balanza.