La pobreza es un estado,
de escasez y de carencia,
mas no roba la esencia
del ser humano formado.
El pobre, aunque limitado,
conserva su dignidad.
Pero la soledad
del que vive abandonado,
es un dolor más marcado
que hiere la humanidad.
Ser pobre es luchar constante,
contra el hambre y la escasez,
mas con orgullo y altivez,
se sigue siempre adelante.
El abandonado, errante,
sin nadie en quien apoyarse,
no tiene dónde abrigarse
del frío de la indiferencia.
Es más dura la existencia
cuando no hay quien preocuparse.
La pobreza se combate
con esfuerzo y con unión,
se vence con tesón
y el apoyo del que late
junto a ti en el embate.
Mas el abandono cala
en el alma, y la tala
de toda esperanza y fe.
Es un abismo que ve
quien su soledad no iguala.
Por eso, al tender la mano,
no basta con dar dinero.
El gesto más verdadero
es hacer sentir hermano
al que está lejos, lejano.
Porque en la red de la vida,
la riqueza más querida
no se mide en posesión,
sino en lazos de conexión
que sanan el alma herida.