Piel con piel
Cuando la noche cae, se enciende nuestro fuego,
piel con piel nos hallamos en íntima verdad;
el mundo se disuelve, no queda más que el ruego
de que este instante eterno trascienda la ciudad.
Tus manos son el río que cruza mi desvelo,
tu aliento es un susurro que escribe en mi razón;
la luna nos contempla, celosa desde el cielo,
mientras cada latido se vuelve una canción.
Nos une lo invisible, lo oscuro, lo sincero,
el roce de lo humano que ansía eternidad,
el eco de un deseo profundo y verdadero.
Así, piel con piel, forjamos realidad;
ni el tiempo ni el olvido detendrán lo que quiero:
que ardas en mi alma con dulce intensidad.
