Bajo el sol de enero,
Los árboles se mecen,
Susurrando memorias
De días largos y dulces.
La brisa acaricia mi rostro,
Trayendo el aroma a jazmín,
Mientras mi alma se pierde
En este momento sin fin.
Las nubes flotan perezosas,
Reflejadas en el estanque,
Y en mi pecho se enciende
Una llama que no se apaga.
Este instante de quietud
Es un oasis en mi vida,
Donde puedo encontrar
La paz que tanto anhelaba.