Tus labios son veneno que me mata despacio,
un cáliz que me ofrece su fuego en su regazo.
Cada beso en mi piel es un filo escondido,
un susurro mortal que al amor va rendido.
Son tus ósculos trampa de un dulce dolor,
una herida secreta que en mí clava el ardor.
Me atraviesan los labios, caricias de acero,
y en su paso letal me consume el deseo.
Tu boca es un abismo donde pierdo el aliento,
un pacto silencioso de pasión y tormento.
Mas no puedo evadir lo fatal de tu hechizo,
aunque sé que en tu abrazo me encierro y agonizo.
Es un riesgo el amarte, un destino implacable,
pues tus besos me atrapan en lo inevitable.
Con sabor a tragedia y dulzura final,
me condenas al gozo de un amor mortal.