Espíritu Santo, viento de gracia,
ven y toca mi ser con tu fuego eterno.
Purifica mi alma como llama que abraza,
y haz de mi corazón un jardín nuevo.
Ven, dulce aliento del cielo divino,
renueva mi mente, transforma mi andar.
Que mis pasos sigan tu camino
y en tu verdad aprenda a habitar.
Despiértame del sueño del egoísmo,
rompe las cadenas que atan mi ser.
Hazme libre en tu amor infinito,
una vasija lista para obedecer.
Espíritu Santo, luz que ilumina,
guía mis días con sabiduría y paz,
que cada palabra sea cristalina,
y en cada obra, tu amor vivaz.
Sopla sobre mí tu fuerza nueva,
da aliento a mis huesos cansados.
Que mi vida entera en ti se mueva,
y mi corazón arda en tus mandados.
Enseña a mi alma la humildad sincera,
que en el servicio encuentre plenitud,
y que mi fe, cual llama que no muere,
refleje siempre tu magnitud.
Espíritu Santo, hazme tu morada,
habita en mí sin reserva ni condición.
Renueva mi vida, limpia mi alma cansada,
y llévame hacia plena conversión.
Amén.