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Elideth Abreu

Oda a la Montaña

 
¡Oh tú, sublime cumbre, vestal de la alborada!
Tu frente roza el cielo con nieves de celaje,
se yergue en la tormenta, de mármol cincelada,
y en su callar solemne susurra un fiel mensaje.
 
Los vientos en tu cima declaman su lamento,
y el eco de la tierra te eleva como un canto,
te abrazan los abismos, la sombra y el tormento,
mas eres luz eterna, soberbia en tu quebranto.
 
Guardián de los silencios, testigo de los siglos,
allí donde la roca es cifra de lo eterno,
se trenzan en tus faldas los ríos como hilos,
y el cielo te corona de estrellas en invierno.
 
Oh monte, padre arcano de furias y desvelos,
te alzas como un himno de piedra y de misterio,
se ofrendan en tu lumbre los sueños y los cielos,
y en tu regazo altivo descansa el universo.

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