El sol se desangra en el poniente,
un lienzo de púrpura y ámbar tiñe,
la tarde suspira, agonizante,
y un velo de nostalgia me ciñe.
Recuerdos despiertan, cual luciérnagas,
en la bruma tenue del pasado,
y siento en el alma viejas llagas,
de un amor que creí olvidado.
Tu nombre, susurro en la brisa,
que me trae el aroma de un jazmín,
y en cada estrella que se divisa,
busco el brillo fugaz de tu mirar sin fin.
El cielo se viste de luto lento,
las sombras se alargan en la quietud,
y yo, prisionera de este lamento,
te busco en la noche, en la soledad, en la altitud.
Vuelve, mi amor, a este corazón herido,
que aún guarda la llama de tu pasión,
vuelve a ser mi cielo, mi confín perdido,
vuelve a ser la luz de mi desolación.