Bajo el manto estrellado de la noche,
brilla una luna solitaria y fría,
su luz plateada ilumina el derroche
de secretos que guarda en su melancolía.
En su rostro pálido y taciturno,
se reflejan los sueños de los amantes,
que buscan en ella consuelo y retorno,
en noches oscuras y eternos instantes.
Sus rayos acarician la tierra dormida,
mientras susurra canciones al viento,
sus lágrimas de plata, tristes y perdidas,
se derraman en el cielo con tormento.
Luna solitaria, testigo de desvelos,
en tus sombras se ocultan los deseos,
acompaña a los corazones anhelantes,
con tu brillo frío y tus encantos errantes.
En cada rincón oscuro, encuentro tu halo,
guiándome en la oscuridad de mi camino,
en tu soledad, siento un extraño consuelo,
como un poeta que encuentra su destino.
Luna solitaria y fría, compañera de mis penas,
en tus noches quietas encuentro mi calma,
me envuelves en tu luz y me alientas a seguir,
en este mundo incierto, donde el amor se desgana.
En tu silencio eterno, en tu belleza serena,
me encuentro en la paz que solo tú me das,
luna solitaria y fría, mi musa y mi pena,
siempre te llevaré en mi alma, en cada compás.
Que tu brillo ilumine los corazones apagados,
que tu luz guíe a los perdidos en la oscuridad,
luna solitaria y fría, en tus rayos plasmados,
se esconde la esperanza de la eternidad.