No en vano, dardo de me has asaltado
Con esa flecha que en mi pecho has clavado;
No en balde me has herido,
Pues tu dulce veneno he recibido.
¿Qué importa que tu aljaba me lastime,
Si tu ardor en mi alma se sublime?
¿Qué más da que tu dardo me atormente,
Si es tu fuego el que aviva mi ardiente mente?
Hieres con presteza, mas con suavidad;
Lastimas con rigor, mas con piedad.
Eres cruel y blando a un mismo tiempo,
Pues tu crueldad me da la vida, y no el tormento.
Clava, pues, más tus flechas en mi pecho,
Que no será tu asalto en vano hecho.
Hiere sin tasa, que mi amor agradece
Esa herida que a morir y a amar me ofrece.
No ceses de asaltarme dardo de Amor,
Que tu divina flecha es mi mayor tesoro y honor.
Dispara sin piedad, que feliz seré
Mientras en tu regazo mi alma esté.