No dejes que el llanto te apague,
ni que las sombras te roben la voz.
La vida, aunque duela, es un río que sigue,
y al final siempre canta su canción.
Deja atrás las cadenas del miedo,
las noches heladas sin sol.
Levanta tus alas cansadas,
el cielo aún guarda su color.
¿No ves que la pena se marcha,
si tú decides soltarla al fin?
Es un eco que grita en la nada,
un susurro que debe morir.
La esperanza no está en la distancia,
ni en aquello que ya se perdió.
Está en tus manos, en tus pasos,
en cada latido que aún no paró.
Anda y seca tus lágrimas puras,
deja al viento llevar el dolor.
Tu fuerza es más grande que el tiempo,
y el amor siempre es salvador.