Mujer, incendio y raíz
Soy la llama insaciable que no teme a la hoguera,
tormenta desbordada que estremece la era.
En mi pecho la furia del océano arde,
y en mis muslos la tierra se despierta cobarde.
No me cubras de sombras, que mi piel es aurora,
mi deseo es el viento que a los astros devora.
Soy el grito silvestre que desgarra los cielos,
la semilla y el trueno que estremecen los suelos.
No me nombres en vano con las bocas cerradas,
que mi aliento es el eco de mil diosas sagradas.
Si me tocas, desatas las mareas prohibidas,
si me niegas, te ahogan mis pasiones dormidas.
Soy la voz que reclama su derecho al pecado,
al placer sin cadenas, al amor desatado.
Que se azoten los labios, que la lengua me cante,
que mi cuerpo sea templo, que mi sexo sea amante.
En la selva del mundo mi poder se levanta,
como el río que ruge, como el sol que quebranta.
Soy mujer, soy tormenta, soy la historia y la herida,
soy la llama que nunca se dará por vencida.
