¡Oh! crepúsculo ardiente de la brisa,
te llevas con tu soplo mi destino,
arrancas de mi sangre lo divino
y en sombras tu fulgor se eterniza.
Silencio de las aguas, roja prisa,
caricia que se funde en el camino,
suspiros que en la roca dan su trino,
la espuma que a la arena se desliza.
Destino de los cuerpos sin amarras,
cautivo del vaivén de tus mareas,
renazco en el fulgor de tus guitarras.
Quisiera no perderme en tus quimeras,
pero arden en mi piel como fanfarrias,
y ciego a tu furor, aún te deseas.