Maldigo la sombra
Maldigo la sombra fría
que cubre los pobres techos,
maldigo el hambre en el pecho
y la injusta luz del día.
Maldigo la mano dura
que siembra el miedo y la guerra,
maldigo al dueño de tierra
que pisa al que más labura.
Maldigo el oro que brilla
en palacios sin ventanas,
maldigo esas manos vanas
que olvidan a su semilla.
Maldigo el pan que se esconde
detrás de gruesos cerrojos,
maldigo el llanto en los ojos
del niño que nada responde.
Maldigo el río y la fuente
que no reflejan verdades,
maldigo a las ciudades
que olvidaron a su gente.
Pero bendigo la espina
que al tirano da su herida,
bendigo al que da la vida
sin venderla en una esquina.
Bendigo la voz que canta
y grita con su lamento,
bendigo al que va sediento
de justicia y no se espanta.
Bendigo al pueblo que espera
con sus manos como el viento,
porque aunque lo quiebre el tiempo
volverá con primavera.
