Luz en el andén
Hoy la lluvia viene de puntillas,
como quien teme despertar a la ciudad.
Se cuela entre las baldosas
y susurra viejas historias
que nadie quiso escuchar.
El tren llega tarde,
o quizá yo llegue demasiado pronto,
con un reloj que insiste en correr
mientras mi vida camina al trote.
Las manos frías buscan bolsillos,
y los ojos un rostro,
algún eco amable que devuelva
la risa que olvidé en el último café.
Pero ahí estás tú,
borrando el gris del andén
como quien deshoja un calendario al revés,
con el silencio cómplice
de quien ya conoce todos mis inviernos.
No dices nada,
y aun así todo cambia.
La prisa se marcha de puntillas,
como lo hizo la lluvia,
y yo me quedo aquí,
en este instante que ahora pesa más que el tiempo.
Porque a veces no es el tren lo que importa,
ni el destino escrito en un billete.
Es esa luz breve que enciendes al mirar,
ese poema que haces sin palabras,
y que me lleva,
aunque no sepa a dónde.
