Quisiera ser el lazo del destino
que atara los luceros de tus ojos,
para guardar sus destellos, no enojos,
en el cofre de mi amor cristalino.
Cada mirada tuya es un camino
de estrellas que iluminan mis antojos,
convirtiendo mis penas en despojos,
ante el brillo de tu ser tan divino.
Mas, ¿cómo atar la luz que el alma enciende?
¿Cómo amarrar el fuego de una estrella
que en la noche de tus ojos se extiende?
Quizás baste con amarte, con ella,
pues el amor verdadero comprende
que la belleza libre es la más bella.
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