La Taberna del olvido
En la taberna hallé mi refugio,
copas alzadas en noche sin fin,
el vino fluye como río eterno,
libera el alma, ahoga el sinsabor.
Las risas vibran, ecos de libertad,
bajo las estrellas, el mundo se olvida,
en el cálido abrazo de la ebriedad,
los pesares se disuelven, se desvanecen.
Oh, dulce néctar de uvas maduras,
tu encanto seduce, tu fuego enciende,
en tus labios hallo la verdad,
la vida es breve, un instante fugaz.
Que el juicio de los sobrios me sea ajeno,
pues en el placer encuentro mi paz,
en cada sorbo, un verso eterno,
un canto alegre, un corazón audaz.
