En el bosque vivía una gallina
de plumas doradas como el sol naciente,
y un zorro astuto, de andar impaciente,
que a su presa acechaba desde la colina.
Cada noche, bajo el cielo estrellado,
la gallina buscaba su hogar seguro,
mientras el zorro tramaba su plan oscuro,
mas siempre fallaba, cansado y frustrado.
Es un juego eterno, sin vencedor,
la gallina veloz, el zorro insistente;
así pasa el tiempo, un ciclo evidente,
el cuento sin fin del bosque y su actor.