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Elideth Abreu

La flor que nunca fue

 
 
Entre la brisa leve de la tarde,
cuando la luz es oro y es ceniza,
te busco en los reflejos de un estanque
donde el agua se pliega y se desliza.
 
Eras aroma tibio en la penumbra,
un eco de jazmín sobre la brisa,
pero el destino, en su callada hondura,
te hizo rumor de sombras y ceniza.
 
Dime si fuiste un sueño sin verano,
una flor que jamás abrió su risa,
o si en la niebla azul de lo lejano
aún guardas el fulgor de mi caricia.
 
Y aunque la vida en su fatal desvelo
disuelva el pulso breve de la espuma,
seguirás en mi pecho como un cielo
que nunca se oscurece ni se esfuma.

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