Oh, voz de trueno en la tormenta,
Martin, faro en la sombra injusta,
tu sueño ardía como un canto
en la garganta de la historia.
Tus pasos, huella de esperanza,
surcaron calles polvorientas,
y el alba nueva de tu lucha
floreció en manos oprimidas.
Tus palabras, río indomable,
besaban muros de silencio,
despertaban con su arrullo
la dignidad adormecida.
Te alzaste firme, sin espadas,
solo la fe en tu estandarte,
y con amor como bandera,
derribaste siglos de sombras.
Tu voz, susurro en las conciencias,
aún resuena en corazones,
porque el amor, en su grandeza,
es la victoria más profunda.
Oh, Martin, nunca has partido,
sigues marchando en los senderos,
guiando almas con tu sueño,
ese que nunca morirá.