En sombras densas el viento se detiene,
y calla el río bajo el cielo oscuro;
la luna observa con su brillo puro,
testigo mudo de lo que sostiene.
Un aire inmóvil en la noche viene,
mientras el mundo guarda su conjuro;
ignoto el eco de un silencio duro,
como si todo el tiempo se retiene.
No hay voz que rompa el telón sin forma,
ni pasos leves en la senda fría;
solo un rumor que la nada transforma.
En este abismo de quietud sombría,
donde el sonido su esencia deforma,
la paz se oculta, vestida de agonía.