Huellas en la sal
El sol golpea el suelo con su llama,
la tierra llora grietas en su piel,
el viento en la caatinga se derrama
como un susurro antiguo y cruel.
Bebelo corre, el polvo le persigue,
la sombra de su infancia queda atrás.
La vida es solo un río que castigue,
un sueño que se pierde en el jamás.
Zefa en la sombra, ojos de tormenta,
su risa es un rocío matinal.
Le ofrece un paraíso en su mirada,
mas todo en el sertón es temporal.
Los hombres llegan, llevan en sus manos
el eco de un destino sin final.
Sus nombres son estrellas apagadas,
sus huellas son cenizas en el sal.
Bebelo parte, el polvo le rodea,
en sus pupilas arde un resplandor.
Sabe que la alegría es una idea,
un río que no vuelve a su color.
Y en la distancia, un niño sigue riendo,
su canto se confunde con el sol.
La vida es solo un viento que va y viene,
y un beso que se pierde sin razón.
