Hay poetas
Hay poetas,
lo leo en las biografías
de las contraportadas,
que viven entre Madrid y Buenos Aires,
pero que no tienen un mapa.
Yo,
si tuviera un mapa,
trazaría rutas imposibles,
líneas de agua y viento,
y en cada cruce
dejaría migas de versos
para no perderme nunca del todo.
Hay poetas
que no escriben cartas de amor
cuando se enamoran
y les va de maravilla.
El profesor de gimnasia
que midió nuestros cuerpos
en una tarde de invierno
dijo que algunas eran veloces,
en mi ficha escribió
con pulso frío
que era torpe,
como si eso
fuera un destino.
Yo,
si fuera un árbol torpe,
soltaría semillas en primavera
y esperaría paciente
a que el viento
me diera la razón.
Hay poetas
que sufren mucho escribiendo,
que pelean con las palabras
como si fueran fieras.
Yo,
si las palabras me dolieran,
abriría una panadería
y haría pan de madrugada,
le daría a ella
una rebanada tibia
con mantequilla,
y mirad,
por ahí va esa panadera torpe
ofreciendo versos crujientes.
Y le va de maravilla.
