Que la brisa del alba despierte el latido,
que tu risa le dé luz a la sombra,
que el eco de un sueño olvidado
se alce de nuevo y transforme la aurora.
Que el fuego del alma incendie el destino,
que el tiempo no borre lo que es de verdad,
que el pulso del viento acaricie el vacío
y siembre en la tierra su canto de paz.
La lluvia bendice lo que fue silencio,
lo envuelve, lo limpia, lo deja brillar,
y en cada gota renace el misterio
de un mundo que nunca dejó de esperar.