Fragilidad Poética
La tinta seca en el tintero, la pluma, un peso inerte,
en la batalla interna, el poeta se debate.
Un mar de palabras, olas de inspiración,
que chocan contra rocas de duda y desesperación.
El verso, un eco de la lucha que le consume,
cada rima, una herida que sangra en silencio.
La soledad, un manto que lo envuelve y lo asfixia,
mientras la musa se esconde, distante y fría.
Su alma, un campo de batalla, donde la razón
lucha contra la pasión, la luz contra la sombra.
Un torbellino de emociones, un caos sin orden,
donde la inspiración se ahoga en la tormenta.
Busca la palabra justa, la que pueda expresar
el tormento que lo carcome, la angustia que lo llena.
Pero las letras se resisten, se niegan a fluir,
en un silencio sepulcral, donde la esperanza se muere.
Y en la quietud de la noche, solo y derrotado,
el poeta se rinde, ante su propia fragilidad.
Pero en el fondo de su ser, una chispa aún persiste,
la promesa de un nuevo verso, una nueva posibilidad.
