Fluye, ríachuelo, fluye sin cesar,
con tu sonata cantarina y serena,
que abraza mi alma con dulzor sin par,
y en tu melodía mi pesar se desarena.
Tus aguas cristalinas danzan en armonía,
acariciando las piedras con suavidad,
mientras mi corazón se llena de alegría,
y mi tristeza se desvanece en la inmensidad.
Tu corriente, como un abrazo tierno,
me envuelve con su canto melodioso,
y en cada nota encuentro el consuelo eterno,
que disuelve mis penas y me hace sentir dichoso.
Fluye, ríachuelo, fluye con gracia infinita,
acompañando mi camino con tu dulce cantar,
y en cada susurro encuentro paz bendita,
que me envuelve y me ayuda a sanar.
Que tu sonata siga resonando sin cesar,
trayendo alivio a mi corazón afligido,
fluye, ríachuelo, fluye y no te detengas ya,
pues en tu canción encuentro mi abrigo.