Prometen con voz segura,
un futuro brillante y claro,
más sus palabras son faros,
que en la niebla se asegura.
Con promesas de ternura,
pintan sueños imposibles,
sus discursos infalibles,
se deshacen con el viento,
y en el pueblo va el lamento,
de esperanzas tan sensibles.
Hablan de cambio y progreso,
de justicia y de igualdad,
más su verdad es mitad,
y en mentiras va el exceso.
El poder es su proceso,
para el pueblo seducir,
y al final solo omitir,
las promesas y los hechos,
dejando en los desechos,
un país por redimir.
Son maestros del engaño,
con sus sonrisas fingidas,
sus palabras bien tejidas,
en discursos de rebaño.
Cada elección es un año,
de promesas sin cumplir,
y el pueblo vuelve a sentir,
la traición en carne viva,
pues la verdad siempre esquiva,
se convierte en un sufrir.
En campañas son amigos,
del obrero y del humilde,
más su interés es tan frágil,
como el oro en falsos brillos.
Tras el voto van los hilos,
de sus planes y ambiciones,
y olvidan las naciones,
por sus propios beneficios,
dejando en los sacrificios,
las más tristes decepciones.
Falsas promesas que hieren,
la confianza del votante,
es un ciclo incesante,
de mentiras que prefieren.
Y aunque el tiempo sugieren,
nunca llega la justicia,
pues su engaño es la noticia,
de un futuro siempre incierto,
donde el pueblo queda muerto,
en la sombra de su avaricia.